Pobreza

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La pobreza se entiende, inicialmente, como la privación o falta de recursos para adquirir la canasta básica de bienes y servicios, necesaria para una vivir una vida mínimamente saludable, y actualmente se utilizan a nivel internacional dos indicadores:

  • Línea internacional de pobreza: menos de 2 dólares diarios per cápita,
  • Pobreza extrema: menos de 1,25 dólares diarios per cápita.

Desarrollo humano, libertad y derechos

Pero esta concepción de pobreza limitada a los recursos económicos no da cuenta de la complejidad del fenómeno, por ello y desde el punto de vista del desarrollo humano, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo –PNUD– indica que “la pobreza significa una privación de las oportunidades y las opciones más básicas para el desarrollo humano. Una persona pobre no tiene la libertad de llevar una vida larga, saludable y creativa y se le niega el acceso a un nivel de vida digno, a la libertad, a la dignidad, al respeto propio y al respeto por los demás”.

El indicador más utilizado para el desarrollo humano es el Indice Desarrollo Humano, que aporta información sobre tres dimensiones: ingresos –Producto Interior Bruto per cápita–, salud –esperanza de vida al nacer– y educación –tasas de alfabetización y de matriculación–, varía entre 0 –menor desarrollo- y 1 -mayor desarrollo-.

Para dar una visión más ajustada desde el punto de vista de la pobreza, el PNUD incorpora el Índice de Pobreza Humana, que oscila entre 0 –menor pobreza– y 100 –mayor pobreza-, en el que identifica para cada uno de los tres componentes básicos del desarrollo humano un indicador:

  1. Vida larga y saludable: la vulnerabilidad de morir a una edad relativamente temprana, medida por la probabilidad de no vivir más de 40 años (IPH-1: para países en desarrollo y en transición) o 60 años (IPH-2: para países de ingresos altos) en el momento del nacimiento,
  2. Educación: la exclusión del mundo de la lectura y de la comunicación, medida según el porcentaje (%) de personas adultas analfabetas.
  3. Nivel de vida digno, más específicamente, el acceso a los medios económicos en general. Para los países en desarrollo y en transición se utiliza el siguiente indicador (IPH-1): 1/2 (% de la población que no usa una fuente de agua mejorada) + 1/2 (% de niños y niñas con peso insuficiente para su edad); para países de ingresos altos (IPH-2): porcentaje de personas que viven por debajo del umbral de pobreza de ingresos (50% de la mediana del ingreso familiar disponible ajustado).

Recientemente el PNUD viene trabajando en un nuevo indicador: la “Incidencia de Pobreza Multidimensional”, como el porcentaje (%) de población que sufre carencias en por lo menos tres de los 10 indicadores ponderados utilizados para construir el Índice de Pobreza Multidimensional, y se calcula sobre carencias del hogar en educación, salud y nivel de vida provenientes de diversas encuestas de hogares.

  1. Salud (2 indicadores): nutrición y mortalidad infantil,
  2. Educación (2 indicadores): matriculación escolar y años de instrucción escolar,
  3. Niveles de vida (6 indicadores): combustible para cocinar, saneamiento, agua, electricidad, piso y bienes.

La pobreza: consecuencia de la desigualdad y la exclusión social

El informe regional interinstitucional El progreso de América Latina y el Caribe hacia los objetivos de desarrollo del milenio. Desafíos para lograrlos con igualdad (Naciones Unidas, 2010), indica que:


la pobreza es la consecuencia final de la exclusión social. Son pobres quienes no tienen poder, quienes no tienen trabajo formal, no reciben beneficios de la protección social y, desde una perspectiva de género, son también pobres quienes no tienen tiempo para combinar sus responsabilidades familiares y laborales. Las mujeres están sobre representadas entre los pobres y esto se explica debido a que la mayoría de ellas sufre discriminación que las excluye del acceso y el trato igual en el mundo del trabajo. Esta exclusión se convierte en un obstáculo para su desarrollo que afecta a toda la sociedad”.


De este modo, aparece la desigualdad como marco en el que se produce la pobreza, y se integra entre las causas la exclusión social: la privación económica, la privación social y la privación económica, en definitiva la imposibilidad de disfrutar de los beneficios del desarrollo y de las garantías sociales, cívicas, políticas y económicas del Estado Social.

La definición alude también a la carga total de trabajo que supone atender los requerimientos laborales y familiares como determinante de la pobreza. En esta línea, la pobreza de tiempo, desde la perspectiva de género, es un elemento relevante para entender las limitaciones y restricciones que muchas mujeres tienen respecto a los hombres. Limitaciones y restricciones que inciden no sólo en las dificultades para combinar responsabilidad laborales y familiares, sino también en el acceso al mercado de trabajo, en la disponibilidad para ocupar empleos a tiempo completo y sin interrupciones temporales, así como en la posibilidad de ejercer derechos de ciudadanía, políticos, económicos, laborales y sociales a través de la participación en espacios de diálogo social y en los propios movimientos sociales, políticos, empresariales y sindicales. Pobreza de tiempo que limita las posibilidades, en muchas ocasiones, de disponer de una vida propia, y que indica una de las dimensiones de la desigualdad de género.

Para medir desigualdades de género, el PNUD cuenta con varios indicadores, entre los que destacamos:

  • Índice de Desarrollo relativo al Género (IDG) que considera los mismos ámbitos del desarrollo humano: salud, educación y ingreso, y varía entre 0 –menor desarrollo– y 1 –mayor desarrollo–. A través de este índice se miden las desigualdades entre mujeres y hombres en relación a los progresos de desarrollo humano.
  • Índice de Desigualdad de Género GII, que refleja la desigualdad entre mujeres y varones en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y mercado laboral. Varía entre 0 (cuando no existe desigualdad entre mujeres y varones) y 1 (cuando las mujeres o los varones salen mal parados comparados al otro sexo en todas las dimensiones).

Se estanca la reducción de la pobreza y la indigencia en la mayoría de los países de América Latina

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas -CEPAL-, en el estudio Panorama Social en América Latina 2014 señala que la pobreza afectó en 2014 a 28% de la población de América Latina, lo que revela que su proceso de reducción se ha estancado en torno a ese nivel desde 2012, mientras que en ese mismo período la indigencia aumentó de 11,3% a 12,0%, es decir, de los 167 millones de personas en situación de pobreza en ese año, 71 millones se encontraban en condición de extrema pobreza o indigencia.

Pobreza CEPAL 1980-2014.JPG

Materiales para la formación

La propuesta formativa de ACTRAV-CIF Trabajo Decente al Cubo incorpora un curso sobre "Pisos de protección social" que reflexiona y analiza las situaciones de exclusión social y pobreza como origen de la privación de protección social, y sitúa los pisos como un elemento de redistribución de la riqueza y por tanto, para disminuir las desigualdades sociales.

Véase también

Bibliografía de interés

Enlaces externos